Batidora años 50 |
Nurcihan confesó que también su madre presumía de haber sido la primera persona en Turquía en haber usado una batidora eléctrica. Nos contó que años antes de que en los colmados empezara a venderse zumo de tomate enlatado, o sea, a finales de los cincuenta, su madre había tomado por costumbre ofrecer a las amigas que iban a jugar al bridge zumos de tomate, apio, remolacha y rábano, e invitar a la cocina a aquellas señoras de la alta sociedad que tomaban sus zumos de hortalizas en vasos de cristal de roca y mostrarles la primera batidora que había llegado a Turquía. Y así, acompañados de una agradable música de aquellos años, recordamos cómo los miembros más destacados de la burguesía de Estambul acababan con la cara y las manos manchados de sangre con el entusiasmo de ser los primeros que usaban en Turquía maquinillas de afeitar, cuchillos de carne, abrelatas eléctricos y otros artefactos aún más extraños y terribles. Hablamos también de cómo aquellos aparatos que se traían con tanto entusiasmo de Europa y que en su mayoría se estropeaban en cuanto se usaban una sola vez, las grabadoras, los secadores de pelo que hacían saltar los fusibles, los molinillos de café eléctricos que tanto asustaban a las criadas, las máquinas para hacer mayonesa cuyos repuestos eran imposibles de encontrar en Turquía, se guardaban y se olvidaban en cualquier rincón polvoriento de nuestras casas durante años porque nadie se decidía a tirarlos.
Manuel Cantarero (2009): 5 ciudades: Estambul |
Orhan Pamuk (2009): El Museo de la Inocencia, Literatura Mondadori, 159-160.
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